El martes fui a la Fundación Juan March porque, en el contexto del ciclo de conferencias Nombres de Latinoamérica, ofrecían una charla entre Mario Vargas Llosa y Juan Cruz sobre Juan Carlos Onetti. Escuchar a Llosa disertar sobre casi cualquier tema es siempre un gustazo, pero si encima se pone a hablar de Onetti… ¿Qué os puedo decir? Salí encantada.
En 2008 Vargas Llosa escribió un ensayo titulado El viaje a la ficción (Alfaguara), en el que analiza todas las novelas del escritor uruguayo y algunos de sus cuentos. Desde el martes, ese libro ha pasado a engrosar mi lista infinita de lecturas pendientes.
Una de las opiniones más interesantes de Llosa consiste en la consideración de Onetti como introductor de la modernidad en la narrativa latinoamericana. Según el novel, con su primera novela, El pozo (Punto de lectura, 2007), escrita en 1939, Onetti demuestra que es un adelantado a su tiempo, ya que en ese momento la literatura latinoamericana era criollista, indigenista; localista, al fin y al cabo. La clave de esta modernidad consistiría en que Onetti fue el primero de los escritores latinoamericanos en recoger la influencia de William Faulkner, que más tarde impregnaría a otros autores como Gabriel García Márquez, Juan Rulfo y el propio Vargas Llosa. Y es que Faulkner creó una técnica narrativa tan eficaz para narrar historias del mundo latinoamericano (construcción de los puntos de vista, organización del tiempo, enfoques narrativos…) que esa influencia era inevitable. Otra influencia de Onetti, quizás esta aún más evidente que la anterior, fue Louis-Ferdinand Céline. El uruguayo fue uno de los pocos escritores del cono sur que dio a Céline el valor que merece. También fue un lector incansable de Marcel Proust y James Joyce, lecturas que supo aprovechar en su escritura de una forma creativa y original. Leer más »